Y la gente pasa... II

Llego un poco más tarde. El muchacho bien proporcionado pasa de nuevo.

De rato pasan dos mujeres que evidentemente son empleadas domésticas. Y evidentemente son muy disímiles. También es evidente que son madre e hija, y quizá trabajen en la misma casa. La mayor, con piel morena y rasgos mestizos, es robusta y tiene un gran porte. Se ve que sabe llevar el mundo a cuestas. La menor tiene el mismo tono de moreno y es rechonchita. Parece tener un temperamento sanguíneo.

Luego pasa la mujer de piel canela con su andar candoroso.

Después pasa una mujer con facha de burócrata, ya un poco mayor. De piel morena clara.

Pasan las horas y vuelve a pasar la viejita fashion. Como que se le metió una piedra en su botita porque se sienta en una banca, se la quita, la sacude hacia abajo y se la vuelve a poner.

Y también pasa el muchachito amanerado y con porte refinado.

Ya no presto mucha atención. Vuelvo a irme a la otra cafetería. Ahora son clases de danza árabe.

Y llega la misma mujer hermosa de ayer en la SUV. ¡Divina!

Y llega una mujer de buen cuerpo, de cabello abundante y con garbo. Su forma de vestir es un tanto juvenil para la edad que aparenta, pero lleva las prendas combinadas de manera sobria.

La mujer de piel canela llegó también a la clase, lo mismo que la mujer burócrata.

Y me sorprendí... ¡Llegó Noemí! Una amiga que no veo desde hace aproximadamente 8 años. Con su piel morena, su cabello crespo y su voz ronca.

Hay gente que ya captó mi atención, y creo que no investigaré más.

A manera de observación, las mujeres que toman clases de ballet para adultos son más princesas, mientras que las que toman clases de danza árabe son más hogareñas. De hecho las alumnas de esta clase son en su mayoría señoras que tienen arriba de 35 años.

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